Cuando me preguntan de dónde soy, me gusta decir que nací en el Noreste de México pero que ser, sigo siendo yo allá donde estoy. A lo largo de estos veinte años en territorio espanyol,  he pasado por diversos procesos y duelos migratorios sin darles importancia, pero hoy soy tan consciente de ellos que estoy lista para compartirlos y trabajar por la discriminación racial y de clase por las que pasamos las personas migradas.

Pol, de 14 años, y yo, formamos una familia monomarental, creciendo juntos en una sociedad que no está hecha para familias fuera de la heteronormatividad.

El amor por la música me llevó al asociacionismo, a tejer redes y vínculos con diversas entidades de música de Barcelona. Poco después desarrollé mi aprendizaje profesional dentro de la cultura de proximidad y el acompañamiento de proyectos comunitarios, esto último me devolvió el sentido de la comunalidad, concepto que se ha convertido en el motor y eje principal de mi vida.

Después de todos estos años transicionando por diversas corrientes feministas, me puedo reconocer como activista por los derechos humanos, la erradicación de las violencias de género y el trabajo conjunto para una cultura de paz.